Vengo de un recorrido bastante largo por la región.
Nos encontramos con los 1.078 alcaldes de Colombia y los 32 gobernadores reunidos en la ESAP (Escuela de Administración Pública), por la ESAP.
Planteamos allí una serie de prioridades que, me parece, se deben construir entre el Gobierno nacional y las alcaldías, que ahora comienzan el 1° de enero.
Después fuimos a Buenos Aires, Cauca, a entregar una hacienda, la hacienda ¿cómo se llama? Ah, San Carlos. Allí los paramilitares, con narcotraficantes, probablemente funcionarios del Estado, organizaron más de 100 masacres en el territorio, en la región.
Usaban la tierra para lavar sus activos, tenían una empresa de avicultura, 400.000 pollos que casi mueren en el proceso, y hoy les entregamos toda esa propiedad, los 400.000 pollos, diez galpones, 387 hectáreas al pueblo, a las comunidades afro, campesinas que están en la vereda San Miguel, municipio de Buenos Aires, mostrando cómo un territorio se puede transformar a partir de la economía lícita, si se le permite al pueblo los instrumentos para construir la riqueza.
Decíamos allí que buena parte de la paz de Colombia consiste en transformar lo ilícito en lícito, y que allí está el secreto de la paz en este siglo, porque la violencia se ha amarrado, se ha articulado a la economía ilícita.
Hay dos formas de resolver la i de lo ilícito, de quitarles esa i que produce muertos, masacres y violencia, inseguridad, en general, al pueblo de Colombia. O lo ilícito se vuelve lícito y le quitamos la i de violencia o lo ilícito se reemplaza por lo lícito e igual le quitamos la i de violencia. Ese es el camino de la paz.
Ayer el Senado de la República no permitió quitarle la i a un ilícito y lo que produjo fue desviar el camino de la vida y de la paz hacia mantener el camino de la muerte y de la violencia.
Con lo que hacemos hoy en Buenos Aires estamos demostrando que se puede, que la economía popular es un instrumento de la paz, que las comunidades campesinas pueden cuidar 400.000 pollos y ponerlos aquí en venta, en la alimentación del pueblo.
Que entre más alimentos produzcamos, más barata será la comida y menos pobres habrá en Colombia. Y que esa comida se puede producir y la tierra que está en manos, a veces de delincuentes, criminales, a veces de latifundistas improductivos, si pasa como un instrumento de producción a manos del pueblo, el pueblo gana los instrumentos para producir la riqueza.
A las élites no les gusta que el pueblo se reúna
Y ahora estamos aquí en Cali, inaugurando esta obra que me parece genial, porque este espacio del pueblo, el espacio público, es un hecho democrático, una construcción democrática de espacios públicos de todas y de todos y ubicado en un área de barrios populares.
Este espacio público, entonces, es un espacio del pueblo para recrearse, quizás para respirar de los problemas, quizás para construir arte, quizás para analizar y debatir de la política y del poder.
A las élites de Colombia, que nos han condenado a vivir en uno de los países más desiguales socialmente de la tierra, no les gusta que el pueblo se reúna, que el pueblo reflexione, que el pueblo sepa y que el pueblo actúe.
El espacio público es el espacio para la acción del pueblo y si es hermoso, ojalá lo pudiéramos recorrer, algún día lo haremos. Y es hermoso, pues es una política de construcción de la equidad social.
El barrio popular es el barrio autoconstruido, el barrio popular es el barrio de la movilización, el barrio popular es la capital del cambio. Mis electores salieron del barrio popular y de la vereda. No salieron de los clubes sociales, no salieron de los espacios del whisky caro, de las élites de Colombia.
Y esto tenemos que definirlo bien, porque no se trata de polarizar, sino de saber de dónde se viene y, por tanto, para qué se gobierna. Venimos del pueblo, nuestros electores son del pueblo, son de ese barrio popular, son de la vereda campesina, son de la juventud popular.
¿Y entonces para qué gobernamos? Pues gobernamos para que ese pueblo tenga opciones en Colombia, no sea excluido, no sea tirado a la caneca de la basura, de la violencia, sino que pueda ser el dueño del país, que pueda ser el dueño de su propio futuro, que pueda abrir, como decía el presidente chileno asesinado, las alamedas. Aquí decimos bulevares, que puedan abrir los bulevares al pueblo.
Universalidad de la educación
Dice bien el alcalde (de Cali, Jorge Iván Ospina) en sus anuncios, hemos ayudado a través del Ministerio de Educación, se puede pensar hacia adelante en cofinanciar, incluso, un programa que nace de la ciudad de Cali y de su alcalde, que es la institución universitaria de las culturas y el arte popular.
Las artes populares en plural, porque son varias y diversas. La cultura como un instrumento de la población, la institución universitaria, porque en nuestra campaña y aquí en Cali lo dijimos varias veces, la prioridad es poder llevar educación superior a la juventud popular, ampliar la cobertura de la universidad y su calidad.
Que no ocurra, como casi en todo el país, que la mayor parte de los jóvenes, de las jóvenes cuando salen de su secundaria ya no ingresan a nada, ya no hay universidad para ellos y para ellas. Para ellas les abren el camino, incluso, el embarazo precoz y para ellos muchísimas veces el camino de la violencia y el gatillo.
Colombia se vuelve diferente, indudablemente, si ellas y ellos, los jóvenes del barrio, las jóvenes del barrio, pueden estudiar en una universidad gratuitamente y con calidad.
Y ese programa está avanzando en Colombia. Primero, que los diseños no se ven, pero ya van decenas de sedes universitarias diseñadas y en proceso de construcción. Y esta ayuda aquí y ojalá sea más poderosa para crear esta institución universitaria, de las culturas y las artes populares, es parte de ese esfuerzo.
Hay que saber de matemáticas indudablemente, muy indudablemente, porque la matemática, el número, hoy es la base de las nuevas tecnologías. Claro que hay que saber de la medicina y de la enfermería.
Por el derecho a la salud
La reforma a la salud que estamos proponiendo, ni más ni menos, es que la gente del barrio popular pueda tener derecho a la salud. Nos quieren remedar diciendo que el sistema de salud que tenemos, que funciona bien allí donde hay capacidad de pago, allí en los sectores de la clase media, media alta y alta, le sirve al pueblo también, y no es cierto.
Al pueblo del Chocó, al pueblo del litoral pacífico, al pueblo de los barrios populares de las grandes ciudades, a la provincia colombiana ese modelo no llega. Lo que han hecho es cerrar hospitales; lo que han hecho es quebrar instituciones de la salud; lo que han hecho es esclavizar la fuerza de trabajo de la salud.
Se han gastado el billete público que iba a curar la enfermedad de los niños y las niñas comprando aviones y campos de golf y casas en el extranjero. Hemos enriquecido una élite de intermediarios poderosísimos que no quieren hacer cambiar ese sistema de salud que no le produce salud al pueblo, porque —obviamente— quieren seguirse llenando los bolsillos del dinero del público, del dinero público.
La reforma a la salud consiste en poderle llevar enfermeros, enfermeras, médicos, médicas al barrio, casa por casa, a mirar cómo está la condición de la vida a tratar de prevenir la enfermedad para que no surja.
No es un modelo en donde un hospital espera que el paciente llegue después de que la EPS da una autorización, si es que la da, sino que es un aparato de salud, una fuerza humana de la salud que llega al barrio, que llega a la vereda, que se queda allí de manera permanente y que cuida que la enfermedad no aparezca al máximo posible.
Eso se llama prevención en salud y no la tenemos. Eso se llama atención primaria en salud y no la tenemos, lo que tenemos es un negocio que se basa en que la gente se enferme para poder sacar el dinero del presupuesto público y apropiárselo.
La reforma de la salud busca que esa enfermera tenga un salario con dignidad. Andan diciéndoles, engañándolos a los trabajadores de la salud que nosotros les vamos a quitar el empleo. Las están engañando enfermeras de Colombia.
Lo que queremos es que conserven el empleo, que se vuelva a término indefinido, que tenga salario digno, que no haya contratos basura de dos o tres meses, cuando el personal de la salud lo que está cuidando es la vida de la sociedad colombiana, la vida del colombiano y de la colombiana.
Por eso, abrir facultades de medicina en los barrios populares, alcalde, ya usted no tiene mucho tiempo, pero de pronto lo puede hacer en otros espacios. Poder abrir las ciencias de la salud a la juventud popular, no que tengo que pagar diez, 12 millones semestre para poder ser médico, para que después me paguen 2 millones mensuales, quizás explotado por allí en un hospital.
No, que el muchacho y la muchacha a la cual hoy le cierran la posibilidad de la educación, pueda poderse volver un médico, una médica, una enfermera profesional y pueda ayudar a la población colombiana a un mejor vivir.
Habría que estudiar dónde podemos, quizás en algún lote de la sabe, la SAE, la SAE se llama Sociedad de Activos Especiales, es una entidad que antes, ¿cómo era que se llamaba? Dirección Nacional de Estupefacientes, que se la robaron, les quitaban los bienes mal adquiridos a los narcotraficantes y después los políticos se robaban los bienes de los narcotraficantes.
Nosotros hemos recuperado lo que hay allí, centenares de miles de hectáreas de tierra fértil, muchísimos lotes urbanos en las ciudades, casas, palacios, a veces, y lo estamos entregando al pueblo, los estamos entregando para que se hagan universidades, para que pueda haber cooperativas de producción de las mujeres, para que pueda haber producción de alimentos en los campos, como acabamos de hacer en Buenos Aires, Cauca, aquí está el director de la SAE.
Pues todos los bienes de la SAE en Cali, creo, que han sido traspasados o están en proceso para que presten una función social en Cali, claro que hay muchos, porque hubo una mafia muy poderosa y aún la hay, pero esos bienes incautados por la Justicia pasan a manos del pueblo, no pasan a manos de la politiquería, se vuelven sedes universitarias y ojalá pudiéramos alcalde en estos últimos días determinar un lugar para abrir una Facultad de Ciencias de la Salud en Cali. Ojalá fuese por acá. Usted me dirá, porque lo que queremos es que esa educación sea gratuita y para miles de jóvenes estudiantes.
Más sedes educativas
Por eso, aquí también tenemos que anunciar cómo la ministra de Educación (Aurora Vergara) va a mejorar por ahora tres colegios. Aquí tengo los nombres, se entregan hoy las obras de reconstrucción del Santa Fe, sede Croydon, que beneficia a 240 estudiantes, se entregan, se entregarán mañana, los mejoramientos hechos al Evaristo García sede José Hilario López, una inversión de 3.500 millones (de pesos) y se entregarán mañana otras mejoras en colegios de la ciudad. Al lado de este, que es el Instituto de las Culturas y las Artes, que es un instituto universitario.
Bueno, volveremos aquí a Cali a hablar directamente, será con el nuevo gobierno local, de cómo es que podemos lograr una transformación de Cali en una ciudad todavía mucho más equitativa, todavía mucho más justa, en donde los ecos del estallido social se vuelvan reivindicación popular.
Algún fiscal quiso coger miles de jóvenes presos porque protestaban. Fue Cali el epicentro de esa protesta. Algún tipo de justicia o más bien de injusticia quiso castigar y vengarse del deseo de reivindicación de las ilusiones de futuro de la juventud colombiana.
Yo creo que hoy nosotros tenemos que cambiar esa historia. La respuesta al estallido social, a la justa protesta de la juventud pidiendo vida, pidiendo libertad, pidiendo posibilidad, pidiendo oportunidad, tiene que ser obras, espacios, creación de poder popular en la ciudad de Cali.
Reformas sociales
Estas obras son indudablemente importantes para ello, pero creo que tenemos que acometer la gran tarea de la reforma de la educación pública para que la juventud en Cali toda pueda estudiar, porque al cabo del tiempo toda la sociedad, entonces, pueda elevar sus niveles educativos, tenemos que acometer la reforma a la salud para que poder vivir sea posible, para que el derecho a la vida digna sea posible.
Queremos desarrollar esta reforma pensional que está discutiendo el Congreso, para que no veamos viejos y viejas en la calle vendiendo Bonice, a veces echándole groserías al presidente, porque se frustra cuando toda una vida ha sido dedicada al trabajo y termina ya viejo improductivo a la persona entristecida, aislado de una esquina por ahí en un parque, tratando de vender para sobrevivir y comprar un plato de sopa, los helados Bonice o cualquier otra cosa que le ponen a la venta para que pueda sobrevivir.
Nuestros viejos y nuestras viejas tienen derecho a pensionarse porque trabajaron en su vida. No es un negocio la pensión, es un derecho; igual que como decimos en la salud, no es un negocio la salud, es un derecho; igual que como decimos en la educación, la educación no es un negocio, es un derecho.
Estos mínimos vitales poder tener el agua potable y la salud; poder tener el saber, poder tener la tranquilidad de la vejez, la dignidad de la vejez, son mínimos que la sociedad colombiana debe obtener para que esta sociedad pueda ser más equitativa y pueda, con mucha seguridad y confianza, construir el camino de la paz, el camino de nuestra convivencia, el camino de ser orgullosamente colombianos y colombianas en uno de los países más bellos de la tierra.
Lo que queremos que se convierta en la potencia mundial de la vida, como lo dijimos en campaña y como estamos empeñados todas las horas y todos los días en construir.
Gracias, muy amables. Caminen este bulevar con orgullo, háganlo propio, háganlo bello, háganlo espacio de la discusión popular del debate, háganlo espacio de la libertad.
Gracias, muy amables.
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